Lycée George-Sand La Châtre

Érase una vez un magnifico paisaje donde un ciervo que tenía el pelo sedoso y moreno, que se llamaba Héctor y que era el rey del bosque. Héctor vivía en un castillo de madera verde en el centro del bosque y tenía muchos guardas espaldas que eran los conejos, liebres, zorros o también las cornejas del bosque.

Una bonita mañana, bajo un cielo azul, había pájaros que cantaban y jabalíes que roncaban. El ciervo había decidido dar un pequeño paseo durante el cual algunos guardas espaldas le acompañarían. Héctor siguió un camino seco, sembrado de amapolas y margaritas. Mientras caminaba, oyó una muy bonita voz, aguda que canturreaba a lo lejos. Decidió ir a ver lo que era. Poco tiempo después, llegó y vio une magnífica creatura que era una cierva, con el pelo largo pero no demasiado, y rubio. Por curiosidad, le preguntó su nombre ; se llamaba Ectoria. Era un nombre tan dulce que Héctor cayó bajo el encanto.

De repente, la cierva vio a cazadores de jabalíes en el boque y corrió muy rápidamente. Había muchos disparos. Mientras el rey del bosque quería seguirla y volver a encontrarla, Ectoria ya había avanzado mucho en el bosque. De repente, Héctor vio a lo lejos a Ectoria hacerse raptar por los cazadores.

La mañana siguiente, la buscó por todas partes, cada día, sin tregua, no abandonó, cuando de repente, la entendió gritar de todas sus fuerzas. Feliz, fue a su búsqueda y siguió la dirección de los gritos y detrás de enormes robles dio con una pequeña casa, sucia, y con un olor horrible. Derribó la puerta con sus patas, mató a ambos cazadores a cornazos y liberó a Ectoria que estaba encarcelada en una jaula.

Héctor llevó a Ectoria a su castillo, vivieron felices y tuvieron un cervato muy guapo que se llamaba Hectorio.