Publié : 13 juin 2013
Format PDF Enregistrer au format PDF

Robin de la ciudad

 Érase una vez un príncipe de la ciudad que se llamaba Robín, era un príncipe el día y era un justiciero la noche. Su vida de príncipe era muy famosa pero su vida de justiciero era incógnita. En su palacio, tenía un laboratorio para llevar las investigaciones.

Una día, un joven chico, llamado Pedro Ladrón, fue encontrado muerto en las calles. El justiciero decidió buscar el criminal. Fue clandestinamente a recoger huellas e indicios sobre la escena del crimen. Analizó las pistas en su laboratorio y encontró dos sospechosos : Juan Carlos Alejando de Sicilia (un vagabundo) y Beber (un príncipe). Para detener el buen criminal interrogó a los sospechosos. Juan Carlos Alejandro de la Sicilia estaba en Sicilia en el momento del crimen y Beber dijo que estaba en su palacio pero los testigos afirmaron que había salido durante algunas horas por la noche el día anterior.

Al cabo de su investigación, Robín descubrió que el asesino era Beber que había matado a Pedro Ladrón porque éste le había robado en su palacio un famoso cuadro que él mismo había robado al museo. Al la caída de la noche Robín recuperó el cuadro robado y detuvo a Beber en su palacio y lo llevó a la comisaria. La mañana siguiente Beber fue juzgado en el tribunal y detenido en la cárcel de la ciudad. Y el famoso cuadro fue devuelto al museo de la ciudad. Robín, él, se fue incógnito al museo para ver el cuadro con la luz del día.